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El color azul no aparece en las grandes obras de la Antigua Grecia, como son las obras de Homero. En las obras de Jenofonte, por ejemplo, tampoco. Solo aparecen menciones al color púrpura, el rojo y el verde. Ni rastro del azul.

El color azul tampoco aparece en la lista de los 4 colores básicos que encontramos en las obras de los pintores griegos ni en los fragmentos que tenemos de las obras de Demócrito. Es por esto que un filólogo en lenguas clásicas del siglo XIX (Gladstone) afirmó que los griegos eran daltónicos.

Investigadores posteriores demostraron que estaba equivocado. El daltonismo es una enfermedad que afecta a algunos individuos, pero no a poblaciones enteras. Salvo el caso de alguna excepción como los habitantes de Pingelap que presentan un gen que les hace ser daltónicos.

Lo que si es cierto es que el uso de los colores en el mundo antiguo era diferente del que hacemos hoy. El hecho de que cierto nombre de color no aparezca en los textos de una época, y si en los posteriores, es algo que los antropólogos han visto en varias culturas.

Parece ser que todos los idiomas tienen palabras para el blanco y el negro. Si el idioma tiene una palabra para designar un color más este es el rojo. Si tienen más palabras, los siguientes son el amarillo y el verde. Se puede encontrar una especie de patrón en diferentes culturas.

En ninguno de los pueblos en los que se presenta esto en la actualidad (el hecho de no tener una palabra para designar un color) se han encontrado evidencias de daltonismo.

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Todas las personas estudiadas tenían la capacidad de distinguir los colores y disponían en su cerebro la capacidad de distinguir las percepciones, a pesar de carecer de una palabra para denominar el color.

Todo esto apunta que en la Antigua Grecia pasaba lo mismo. De hecho, en los poemas de Homero tampoco aparece una palabra para denominar “color”.

Muchas veces no se usan términos cromáticos para referirse a los colores, sino referencias a sustancias conocidas con determinado color, o a un país donde fue encontrado ese color.

Por ejemplo, cuando Homero se refiere a un cabello rubio (xanthos) se refiere a un cabello con un ligero brillo. La ausencia de términos cromáticos no significa que Homero no conociera el color. Tampoco usa un color para referirse a la piel. Se refiere a ella como brillante u oscura.

Tifón, el monstruo de tres cabezas, tenía barbas y bigotes azules, tal y como se representaba en el templo de Atenea en Atenas. En Creta también son famosos sus frescos minoicos con colores azules.

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En resumen, los pintores griegos usaban muchos colores y no eran en absoluto daltónicos. Quizás no eran partidarios de usar colores fuertes. Entendían que estos colores no agradaban a los dioses. En las fiestas religiosas se prohibía vestir con colores intensos.

Cuando Clitemnestra mandó poner una alfombra púrpura para el regreso de su marido Agamenón de la guerra de Troya, este se niega a pisarla para evitar problemas con los dioses, como cuenta Esquilo en la obra “Agamenón”.

Quizás Agamenón tenía que haber temido más a su mujer, que a la postre terminó asesinándolo.

Es posible que los escritores redujeran el número de colores usado por los pintores porque querían crear un constaste entre la sencillez de las obras de arte y el exceso multicolor de los cuadros de la época.

Parece ser que los antiguos griegos empezaban a dar valor al nombre de los colores expresando así el placer que experimentaban al contemplarlos.

Un pintor no nos produce tanto deleite si pinta cualquier cosa con los colores más brillantes como cuando esboza una imagen con unas sencillas líneas en blanco.

Aristóteles. Sobre la poesía 1450b1

La belleza de los colores era algo incuestionable. Platón se refiere a los colores como bellos. Demócrito nombra al color más bonito. Para Homero los colores están ahí, como la naturaleza. Sin ningún valor intrínseco.

La naturaleza está presente. Puede ser útil o molesta para el ser humano. Su belleza o fealdad carece de importancia. La naturaleza no da a la planta los colores por motivos estéticos. Lo hace por un motivo práctico de atraer a las mariposas.

Otra cosa es el fenómeno físico de los colores en sí y otra la distinción entre unos y otros. El color son ondas luminosas más o menos largas. Puede haber diferentes motivos para que percibamos unos u otros colores.

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Los esquimales tienen muchos nombres para el blanco y son capaces de diferenciarlos. Lo mismo pasa con los habitantes del desierto y el color amarillo, o los indígenas del Amazonas y el verde.

También está el ángulo y el momento en el que se percibe el color. El mar es azul, pero por la noche es negro, al atardecer rojizo y en algunos lugares verde.

Además, está la intensidad de la luz. Esta es diferente dependiendo de donde nos encontremos. El primer autor que nombra los colores tal y como los entendemos nosotros es Aristóteles.

Los primeros filósofos no consideraban los colores como entidades independientes, sino más bien como propiedades causales y cambiantes. Los estudiaban no por los colores en sí. Lo hacían, por ejemplo, para determinar el grado de maduración de las plantas.

Pitágoras tenía la convicción que las cosas se originaban mediante contrastes. Los colores eran contrastes en relación entre el blanco, contrastes entre la luz y la oscuridad. Parménides dice que la tierra está llena de luz y de noche, y que no existe nada sin ambos.

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Empédocles de Agrigento, el fundador de las teorías de los elementos, dice que se parte de 4 colores básicos: Blanco, rojo, negro y ocre. Algunos investigadores dicen que el negro sustituye al azul.

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Empédocles y Demócrito dicen que vemos los objetos y los colores porque estos segregan unas imágenes muy finas que se introducen en el haz luminoso que se extiende entre nuestros ojos.

Hipócrates, por ejemplo, decía que los colores están vinculados a los fluidos corporales, como en las flores. La sangre en roja, los tendones amarillos, la carne corrupta se vuelve negra,…

Así es, mi buen Teeteto, como debes entenderlo. En primer lugar, por lo que se refiere a los ojos, lo que llamas color blanco no es algo que en sí mismo tenga una realidad independiente fuera de los ojos, ni en los ojos, y no le puedes asignar espacio alguno, ya que, sin duda, al ocupar una posición determinada, permanecería inmóvil y no podría llegar a ser en el devenir.

Platón, Teeteto (153d)

Según Aristóteles los colores no existen separados de los objetos, sino que son propiedades y atributos suyos. El negro es el opuesto al blanco como es además ausencia del blanco. Para Aristóteles los colores con una mezcla de luz, lo transparente (el aire y el agua) y los colores subyacentes.

Mezclar colores hoy es posible de manera teórica pero en antigüedad se conseguía mezclando pigmentos y los resultados de la mezcla no eran iguales.

Resumen: que no haya referencias al color azul en los antiguos textos griegos no quiere decir que no puedan distinguirlo o que no lo conozcan. Una cosa es el color y otra como lo nombremos.