Hoy hablaremos del barco de guerra que dominó el mar mediterráneo durante la antigua Grecia. Hoy hablaremos del trirreme. Dentro hilo.
Ya desde el comienzo del siglo VIII a. C., lo que vendría ser el comienzo del periodo arcaico griego y la fundación de las primeras polis, el navío de guerra griego típico era la pentecóntera.
Esta embarcación, destinada la piratería, era una gran canoa con 25 remeros por banda, de ahí el nombre de pentecóntera. Este barco podía llevar también un mástil con una vela cuadra para cruzar mares amplios.
Era una especie de enorme canoa sin bodega, un barco ligero y ágil y que podía maniobrar muy bien. En los primeros tiempos no disponía de espolón, pero este se incorporó más adelante.
Eran barcos alargados y diferentes a los barcos que se usaban para el comercio, que eran más grandes y redondeados.
Estos barcos de carga podían llevar soldados para defender su mercancía, pero no estaban diseñados específicamente para la guerra, cómo sí que lo estaba la pentecóntera.
Como decimos, la pentecóntera es el barco de guerra estándar desde el siglo VIII hasta mediados del siglo VI a. C., e incluso se conservan algunos después en los ejércitos de Persia y Atenas, ya en las guerras médicas.
Pero estos barcos ya eran usados para tareas menores, como navíos de reconocimiento o labores de mensajería. A partir del siglo VI a. C. se empiezan a necesitar barcos mayores y más potentes.
El uso de espolón se generaliza y hacen falta barcos con una mayor aceleración para poder impactar con fuerza sobre los enemigos. Hace falta un mayor número de remeros, y con la capacidad de que unos descansen mientras que otros bogan.
Esto llevará a la creación de nuevos tipos de naves, pero el mediterráneo oriental es un mar muy característico que impone unas limitaciones físicas a este tipo de barco de guerra alargado. No se pueden construir barcos de más de 32 o 40 m de eslora.
Se puede dar el caso de que el barco esté sostenido por la ola en el centro, dejando proa y popa elevadas sobre el mar. Un barco estrecho y demasiado alargado se podría quebrar con facilidad y terminar reducido astillas solo por una ola. Este fenómeno se denomina quebranto.
También se puede dar el fenómeno contrario, denominado arrufo, que consiste en que proa y popa se encuentran sobre un calado mayor por la consecuencia de dos olas, dejando el centro de la nave en el aire.
Las naves demasiado alargadas se vuelven frágiles y no es posible entonces aumentar la potencia de remo, añadiendo longitudinalmente más remeros a cada lado. Estos barcos de guerra son barcos muy largos y estrechos, con una relación de eslora/manga de siete a uno.
Estos barcos, además no están construidos como se construyen luego en la edad media los barcos de guerra, con un esqueleto, una buena quilla, y cuadernas que hacen de costillar y que luego se forran.
En esta época se construye primero el forro y luego se refuerza el interior. Esto hace que estos barcos de guerra griegos presenten una debilidad estructural. El impacto de un espolón de bronce de 200 kilos hace que prácticamente se deshagan.
Estos barcos entonces tienen que mantenerse en una eslora de 32 o 35 m como mucho y tienen que ser reforzados por grandes cabos a lo largo de la borda del barco para tensar la su estructura y evitar que el quebranto y el arrufo causen demasiados daños.
La evolución del barco parece obvia. Si el barco no puede crecer en longitud, crecerá entonces en altura. Aparecen entonces los primeros birremes, con dos filas de remos a cada lado, posiblemente surgidos en fenicia a finales del siglo VIII a. C.
Al duplicar el número de remeros estamos duplicando la potencia del barco. La velocidad puede llegar ahora los doce nudos y una mayor aceleración en boga de combate, lo que les permite embestir mejor con sus potentes espolones.
El siguiente paso en la evolución de este tipo de barco es el uso de tres filas de remos por cada lado. Es por esto por lo que surgen los trirremes.
Es en el poeta lírico efesio Hiponacte en el que vemos por primera vez, el uso del término trirreme (trieres), cuando recrimina un esclavo por pintar un símbolo de mal augurio en el casco de una nave.
Se llegan a los 170 remeros, aumentando su potencia y disminuyendo su tamaño, aumentando así su maniobrabilidad. El trirreme se convirtió en el barco de guerra más avanzado de la época.
De todas formas, su construcción requería unos presupuestos muy elevados, por lo que solo eran asequibles para las polis más prósperas económicamente.
Hay debates si el primer trirreme surge en fenicia, cosa que parece lógico, dado que los fenicios, en aquellos tiempos, formaban parte del opulento imperio persa. También se cree que surgieron en Egipto, como decía Heródoto.
Otros historiadores, creen que son un invento griego y que fueron los corintios los que construyeron las primeras trirremes.
Sea como fuere, está claro que el uso de trirremes se popularizó y se produce una carrera naval en todas las potencias de la zona, ya en el siglo VI a. C., para sustituir las viejas pentecónteras por estos nuevos trirremes.
No tenemos muy claro cómo eran esas naves. El único documento gráfico que tenemos es el relieve de Lenormand, que es un bajo relieve que se encuentra en la Acrópolis de Atenas, y que data del siglo V a. C., casi un siglo después de la batalla de Salamina.
De todas formas, hay una especie de consenso de cómo eran estos barcos. Tenían tres niveles de remos a tres alturas y con remos de la misma longitud.
Es necesario que el remero superior (tramitas) no esté en la vertical muy alto sobre el remero medio (zigitas), y se encuentre en una especie de postizo añadido al casco del barco que permite que el remo salga antes y entre en el agua al tiempo de los otros remos de los niveles inferiores.
Hace unos años, un grupo de arqueólogos navales se embarcaron en un caro y ambicioso proyecto creando, 2500 años después, un trirreme denominado el proyecto Olympia.
Este modelo de trirreme satisfizo, salvo algunos detalles, a la mayoría de los especialistas en la materia. El Olimpia lleva una pasarela corrida sobre los remeros. Este modelo es lo que se denomina modelo protegido o cataphracto.
Esto lo convertía en un barco pesado. Parece ser que en la época de Temístocles los trirremes estaban más enfocados en la velocidad y la maniobra, por lo que eran más ligeros y no disponían de esta pasarela.
Fue después, ya en tiempos de Cimón, cuando se usan estas pasarelas, haciendo los trirremes más pesados, pero permitiendo llevar también un destacamento de soldados de infantería (hoplitas) en su interior.
La trirreme Olympia sería un modelo de mediados del siglo V a. C., ya en la guerra del Peloponeso. Estos barcos también disponían de unos mástiles para poder poner unas velas, aunque estos eran retirados cuando entraban en combate y se dejaban en tierra.
La tripulación era de unos 170 remeros, 10 marinos, 10 especialistas y mandos, 10 hoplitas y 4 arqueros. De todas formas, se piensa que no siempre llevaban la tripulación al completo.
Se podía navegar con solo dos bancadas de remeros, e incluso llevando una descansando y la otra remando.
Estos barcos no disponían de ningún tipo de artillería como catapultas. El propio barco era el arma, que se proyecta, impulsado por los remeros, para impactar con su espolón sobre el barco enemigo.
Existían varias tácticas de combate. El Deikplous era una navegación a través que consistía buscar un agujero en las líneas de adversario para atacar luego por la retaguardia.
Para protegerse de esto se usaba el Kyklos, que era una disposición en forma de círculo, que protegía la retaguardia. Aunque era efectiva, era muy complicado mantener esta formación en el mar, con las olas, y evitar que los barcos chocaran entre sí.
El principal ataque era envestir, bien en oblicuo o en perpendicular, contra el costado del barco enemigo y cuando se producía el impacto, remar hacia atrás rápidamente, dejando un boquete en el barco enemigo que lo hundía en segundos.
Además, si el impacto se producía cuando el barco enemigo estaba en la cresta de una ola, éste podía incluso volcar.
Otra técnica era arrasar longitudinalmente con el espolón toda la fila de remos del barco enemigo, matando, posiblemente con el impacto, a la mayoría de los remeros y dejando el barco entero pero inservible.
Dado que la construcción de estas naves era algo muy caro, era habitual intentar capturar los trirremes enemigos para añadirlos a la flota.
Estos barcos no llevaban mucha infantería, por lo que las maniobras de abordaje eran inusuales. Los persas llevaban más infantería, unos 30 soldados, pero tampoco era un número como para plantearse el abordaje de un barco con 170 remeros, que podían defenderse.
Además, estos barcos tan estrechos son muy inestables y soldados, saltando en las plataformas, pueden producir balanceos y desestabilizar el barco.
Solían estar decorados con ojos, situados en ambos lados de la proa que les servían para “encontrar el camino a través del mar”. También tenían unos pescantes que sobresalían del casco por los costados y que eran sus “oídos”, y las velas que eran sus “alas”.
Años después estos barcos se fueron evolucionando, llegando incluso a existir cuatrirremes, usados en el sitio de Tiro por Alejandro Magno en el 332 a. C.
Pero fue el trirreme el barco de guerra por excelencia en la antigua Grecia. Una nave de guerra que dominó el Mediterráneo hace 25 siglos.