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Hoy hablaremos de las prohibiciones y tabúes en la religión y cultura de la antigua Grecia. Dentro hilo.

La vida de los antiguos griegos estaba regida por una serie de ritos, no necesariamente ligados a la religión, que eran de obligado cumplimiento, y no cumplirlos significaba perturbar el orden divino y consistía en un sacrilegio.

Entrar a un templo o participar en alguna ceremonia religiosa requería un cierto grado de pureza que se alcanzaba mediante distintos gestos y comportamientos.

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Entre los más sencillos se encontraba el lavado constante de manos con agua y la limpieza de los animales y objetos utilizados en el culto. Por esta razón, a menudo se colocaban recipientes con agua de fuentes cercanas a la entrada de los templos y santuarios.

Además de estas prohibiciones y tabúes, destacaban las restricciones relacionadas con el nacimiento, la muerte y las relaciones sexuales, considerados focos de impureza.

Paradójicamente, eventos naturales como el nacimiento y la muerte eran considerados tabúes dentro de los templos debido a su naturaleza humana, que se consideraba ofensiva para los dioses.

Morir o nacer en un lugar sagrado se consideraba sacrilegio, ya que se creía que los dioses debían mantenerse alejados de los mortales en estos momentos. Los dioses no morían, por lo que el hecho de morir es algo impropio de ellos.

Un ejemplo de esta creencia se encuentra en la obra “Hipólito” de Eurípides, donde la diosa Artemisa abandona la escena antes de la muerte de Hipólito, declarando:

“Y ahora, adiós, pues no me está permitido ver cadáveres ni mancillar mis ojos con los estertores de los agonizantes.” (Eurípides, Hipólito 1435).

Había normas específicas que determinaban cómo evitar la impureza en función de las circunstancias. Algunos templos exigían la ausencia de personas, animales o instrumentos que pudieran considerarse impuros en un rito particular.

Las relaciones sexuales estaban prohibidas en los templos y santuarios, y se regulaba la entrada a los recintos sagrados después de haber mantenido relaciones sexuales.

La duración del período de abstinencia dependía de si se habían mantenido relaciones con heteras (acompañantes), prostitutas o con la esposa o esposo.

Algunas festividades, como las Tesmoforias, requerían tres días de abstinencia sexual para los participantes, y en algunos lugares estaba prohibido el uso de ropa elegante o seductora. Estas restricciones sobre el sexo no eran por razones morales.

El sexo se consideraba algo parte de la vida y no era tabú. Las restricciones eran por normas de comportamiento y decoro, ya que el acto sexual se consideraba privado y su práctica en público se consideraba propio de bárbaros.

El celibato no era un requisito para los sacerdotes u oficiantes en la antigua Grecia. Recordemos, además, que los sacerdotes tenían un papel diferente al que tienen en las religiones posteriores como el cristianismo.

Los sacerdotes eran los que oficiaban los ritos y no tenían una labor evangelizadora.

Las mujeres, que estaban excluidas de la vida política, sí que participaban en la vida religiosa y podían ser sacerdotisas. A pesar de que el celibato no era un requisito, se requería un período de abstinencia sexual, especialmente antes de los rituales.

Los sacerdotes de los misterios de Eleusis debían mantenerse castos antes de los misterios, y las mujeres Venerables, que asistían a las fiestas de las Antesterias, juraban no tener relaciones sexuales con hombres durante las celebraciones.

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Algunos cultos, como el de Artemis Himnia en Orcómeno, sí que exigían una castidad de por vida.

En general, las mujeres no se consideraban impuras durante la menstruación o el embarazo, pero sí después del parto. Las embarazadas podían ingresar en los templos, aunque en algunos ritos y lugares sagrados estaban vetados a embarazadas y mujeres que amamantaban.

También se restringía el acceso a aquellos que habían tenido contacto físico con una parturienta después del parto, con períodos de exclusión que podían variar de 10 a 30 días para la madre y tres días para los allegados.

Tanto los sacerdotes como las sacerdotisas debían mantenerse alejados de situaciones de nacimiento y muerte, ya que el contacto con la muerte se consideraba una fuente importante de impureza.

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Los condenados por asesinato quedaban excluidos de todo lo relacionado con lo sagrado y el culto, lo que incluía la participación en juegos deportivos.

Los sacerdotes no podían acceder a la casa de un difunto hasta al menos cinco días después del entierro ni tocar el cuerpo de un suicida.

En algunos cultos, si un sacerdote perdía a un hijo, tenía que renunciar a su cargo. Las sacerdotisas de Deméter no podían llevar vestidos hechos de animales muertos ni comer carne de animales sacrificados de ciertas maneras, como el estrangulamiento.

En la época helenística, se requería pureza mental para ingresar en algunos templos, y la entrada estaba prohibida si no se era considerado “puro”, entendiendo la pureza como la posesión de pensamientos sagrados.

Aunque en la mentalidad griega antigua no existían animales impuros como en otras culturas, en algunos ritos se evitaban ciertas especies.

En Atenas, los hombres estaban excluidos de las celebraciones de las Tesmoforias y las Haloas, y el incumplimiento de esta norma podía llevar a sanciones como la castración.

Las mujeres también tenían restricciones en la entrada a cultos específicos, como los de Heracles en Mileto y Tasos, y Poseidón en Mikonos, entre otros.

Los cultos mistéricos y sectas filosóficas tenían sus propios tabúes. Los órficos creían que el alma estaba atrapada en el cuerpo y mediante la metempsicosis transmigraba a otros cuerpos después de la muerte, hasta llegar a la purificación total.

Por tanto, solo consumían alimentos sin alma (apsycho) y evitaban la carne y el derramamiento de sangre en las ofrendas de animales. Tampoco comían huevos, ya que, en la cosmología órfica, el huevo simbolizaba el origen de la vida.

Los pitagóricos, relacionados con el orfismo, evitaban las habas en recuerdo a la creencia de que Crono las usaba para hacer pan y a que se asemejaban a las puertas del Hades, considerándolas un medio de escape del inframundo.

Las habas contenían, según su creencia, las almas de los muertos, por lo que su consumo se consideraba un crimen.

El ayuno era un requisito característico en algunas ceremonias de iniciación, como en Eleusis, donde se recordaba el período de nueve días en el que la diosa Deméter buscó a su hija Perséfone sin probar bocado.

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En resumen, las prohibiciones y tabúes en la religión y cultura griega arrojan luz sobre la complejidad de la vida de los antiguos griegos.

Estas normas, arraigadas en su profundo respeto por lo divino y en la búsqueda de la armonía, moldearon su comportamiento y sus prácticas religiosas.

Al explorar estos aspectos, podemos apreciar la riqueza y el misterio de su cultura, y cómo buscaban equilibrar lo humano y lo divino.