Antigua Grecia logo Antigua Grecia

Hoy hablaremos de una costumbre de los antiguos griegos. Una costumbre que, en cierta medida perdura en nuestra cultura mediterránea. Hoy hablaremos de los simposios.

La palabra symposion se suele traducir como banquete, aunque siendo estrictos esta traducción no es del todo correcta. El simposio vendría ser el tiempo dedicado a la charla entre los invitados después de la comida. Sympien, o beber en compañía, ocurría después de haber comido.

Esto quiere decir que el simposio sería algo así como la charla de sobremesa. Los griegos hacían su comida principal a la caída de la tarde, de modo que estos brindis y coloquios podían prolongarse hasta ya muy entrada la noche.

Los antiguos griegos bebían fundamentalmente vino, que lo mezclaban con agua. Para realizar la mezcla usaban un recipiente de boca ancha, denominado crátera, que se colocaba en el centro de la sala del banquete.

Untitled

Para los griegos, esa mezcla de vino y agua es lo que entendían como un beber civilizado ya que beber vino puro, se consideraba como algo propio de los salvajes y bárbaros. Beber en compañía y conversar con los amigos son los trazos básicos del banquete.

A estos banquetes asistían solo hombres. Las mujeres, decentes y sumisas, se quedaban en sus casas. Recordemos que la sociedad en la antigua Grecia tendía a la homosociabilidad, donde los hombres hacían vida con los hombres y las mujeres con las mujeres.

Además de los asistentes al banquete había que añadir otros complementos festivos como flautistas, saltimbanquis e incluso bailarinas, pero estos no eran miembros propiamente dicho del banquete, sino parte del, digamos, servicio.

Untitled

De todas formas, aparte de las bailarinas, que como hemos dicho no eran asistentes del banquete, sino una animación, había unas mujeres que sí que podían acudir, aunque siempre acompañando a un hombre y nunca por sí solas.

Estamos hablando de las heteras o hetairas. Las heteras eran unas mujeres que, a diferencia de las mujeres “decentes”, eran más refinadas, con un mayor acceso a la educación y la cultura.

Las heteras no eran prostitutas propiamente dichas, sino una especie de cortesanas o acompañantes de hombres que las mantenían, al margen de sus esposas. Las heteras eran mujeres libres que gestionaban su propio dinero, a diferencia de las prostitutas, que solían ser esclavas.

Untitled

Las heteras elegían voluntariamente a su acompañante, al que podían abandonar si no entendían que les colmaba suficientemente de regalos.

Normalmente una hetera solo prestaba sus servicios de compañía a un hombre y durante periodos largos de tiempo. El sexo formaba parte de sus servicios, aunque no era el fundamental.

El banquete era un festejo colectivo, donde se refleja una cultura de la amistad, un afán hedonista y un diálogo animado por la camaradería. El coloquio generado dependía de la calidad y la personalidad de los individuos que asistían al banquete.

Los ejemplos más conocidos de banquetes son el diálogo de Jenofonte, titulado el banquete y el de Platón con el mismo título.

En el banquete de Jenofonte hay flautistas, bufones, incluso una pareja de bailarines que escenifican una escena erótica al final, mientras que en el de Platón los contertulios están solos sin música ni heteras.

Untitled

En el simposio platónico es Sócrates quien propone dejar al lado los músicos, bailarinas y saltimbanquis a fin de lograr un coloquio preciso, auténtico y bien razonado, sin discusiones que compliquen o estorben la búsqueda clara de la verdad en la discusión.

La bebida y la charla posterior a la comida eran la parte fundamental de estos banquetes. Es interesante advertir el notorio contraste entre los austeros simposios griegos, en lo referente a la comida, y los opíparos banquetes romanos.

El vino ayuda a la charla distendida y aunque cada uno bebía cuánto podía, era preferible no emborracharse en exceso para que las charlas discurrieran sin estridencias. Beber con moderación y evitar la embriaguez.

No hay exceso en beber cuando pueda, y con tal de que puedas volver a tu casa, si es que no eres muy viejo. Alaba, entre todos aquel que ha vivido y bien muestra que su memoria y su afán la virtud de continuo persiguen, y no se ocupa de contar batallas de titanes, gigantes y de centauros tampoco, ficciones de nuestros mayores, sino que siempre conserva el respeto debido a los dioses.

Jenófanes de Colofón. Fragmento ID.

Como hemos mencionado, los antiguos griegos bebían, fundamentalmente vino, pero también conocían la cerveza, especialmente por las interacciones con la cultura egipcia.

Aristóteles, como curiosidad, anota que los borrachos de cerveza caen hacia atrás, mientras que los de vino lo hacían hacia delante.

En los textos homéricos ya se habla de algunos “banquetes regios de tiempos heroicos”. Según el protocolo, los reyes acogían a sus huéspedes en los palacios y los agasajaban, haciendo gala de una gran hospitalidad.

Recordemos que el mismo dios Zeus era el garante de la hospitalidad, denominada Xenía. La Xenía era un concepto muy arraigado en el mundo griego, documentado desde el siglo VIII a. C., y hacía referencia al vínculo de hospitalidad y amistad entre el anfitrión y el huésped.

En los poemas homéricos se remarca el carácter aristocrático e institucional de estos banquetes, que corresponden a un rasgo esencial en el estilo de vida de la aristocracia.

Para Hesíodo, en cambio, el banquete tiene una identificación muy distinta y cada comensal aporta su contribución para la comida comunitaria.

En la Odisea se ven algunos banquetes notables. Aparte de los años que los pretendientes de Penélope pasan comiendo y bebiendo en el palacio de Odiseo en Ítaca, esperando que esta se decida por uno de ellos al pensar todos que Odiseo había muerto, tenemos más ejemplos.

Tenemos el banquete en el palacio de Alcínoo, el padre de Nausica, que acoge al misterioso náufrago que había llegado a sus costas, sin saber que se trataba de Odiseo.

Telémaco, el hijo de Odiseo, también disfruta de la hospitalidad cuando llega a los palacios de Néstor y al de Menelao, buscando noticias sobre el paradero de su padre.

De todas formas, en estos banquetes ofrecidos por los reyes, no hay propiamente un espacio para el simposio, pues falta la conversación distendida entre amigos, impulsada por el consumo liberal del vino.

En estos banquetes solían comer tumbados, o más bien recostados en un lecho con las piernas extendidas, pero con el torso recto, ligeramente inclinados y apoyado en cojines o almohadas.

El número de estos lechos era variable y dependía del lugar, que solía ser la casa de alguno de los participantes. En el mismo lecho podían estar dos o incluso tres individuos y los lugares más próximos al anfitrión eran los lugares de honor.

Antes de empezar a beber, se hacían unas libaciones en honor a los dioses. La libación consistía en verter parte del líquido sobre el suelo o sobre un lugar determinado, mientras que se pronunciaba una oración.

Para beber, usaban un recipiente cerámico denominado Kylix, semejante a un cáliz, con dos asas en los laterales, que los participantes del banquete solían usar para compartirlo, pasándolo los unos a los otros. Beber era un acto social.

Untitled

Si bien los simposios no tenían una relación directa con el sexo y con las orgías, el consumo de alcohol y el ambiente distendido podía desencadenar en situaciones sexuales con esclavas y esclavos.

Untitled

Existía un juego que se solía practicar en los simposios llamado Cótabo. El Cótabo consistía en beberse el contenido del kylix dejando una pequeña parte del líquido en el recipiente.

Entonces el participante, recostado en el diván, sujetaba el kylix por una de sus asas y con un giro de muñeca lanzaba el líquido que quedaba en el recipiente hacia la crátera, que se encontraba en el centro de la habitación.

Untitled

También podía trataba de derribar algún elemento decorativo de la sala, todo esto mientras que pronunciaba el nombre de alguno de los asistentes (de los esclavos o bailarinas).

Untitled

Si acertaban el lanzamiento, podía practicar sexo con esa persona. Hubo muchas variantes del Cótabo, incluyendo algunas sin finalidad sexual y otras practicadas por mujeres, que celebraban sus propias reuniones, similares a los simposios.

Hay muchas muestras en la cerámica griega que muestran escenas de sexo en los simposios, pero no está claro que esto fuera algo común y es posible que se tratara de representaciones imaginadas, una especie de anhelo fetichista más que una realidad habitual.

Untitled

Como vemos, las sobremesas en las que fluye el alcohol y que se alargan horas, no es algo que hayamos inventado hoy. En el fondo no hemos cambiado tanto.