Hoy hablaremos sobre Piteas de Massalia, el navegante griego que supuestamente llegó hasta el Ártico en el siglo IV a.C.,
Parece ser que Piteas vivió en Massalia, la actual Marsella, hacia el siglo IV a.C. Se dice que fue un navegante, pero también un astrónomo y geógrafo de considerable formación. Según los relatos que han llegado hasta nosotros, emprendió un extraordinario viaje que lo llevó desde el Mediterráneo hasta las heladas regiones del norte de Europa. Pero aquí surge la primera pregunta: ¿cómo pudo un particular, supuestamente sin grandes recursos, organizar una expedición de tal magnitud?
Los especialistas se debaten entre varias posibilidades. Algunos sostienen que fue financiado por los comerciantes de Massalia, interesados en encontrar rutas alternativas para el comercio del estaño y el ámbar. Otros sugieren que pudo haber aprovechado algún momento de relajación del control cartaginés sobre el estrecho de Gibraltar. También hay quien afirma que fue financiado por Alejandro Magno. Lo cierto es que no tenemos certeza sobre las circunstancias exactas de su viaje.
El mundo mediterráneo del siglo IV a.C. vivía bajo el dominio comercial cartaginés en el Atlántico. Los cartagineses controlaban férreamente el estrecho de Gibraltar y monopolizaban el comercio de metales preciosos como el estaño británico. Esta situación habría creado, según los estudiosos, una necesidad apremiante en las ciudades griegas de encontrar rutas alternativas. Pero ¿es plausible que Massalia, una colonia griega relativamente pequeña, pudiera desafiar este monopolio?
La respuesta no está clara. Algunos historiadores consideran que el viaje de Piteas respondía precisamente a esta necesidad económica. Otros, más escépticos, se preguntan si realmente un solo hombre podría haber atravesado las defensas cartaginesas y navegado miles de millas náuticas con los medios técnicos de la época.
Según los fragmentos que han llegado hasta nosotros, Piteas emprendió un recorrido que habría abarcado aproximadamente 7.000 millas náuticas. Tras atravesar supuestamente las “Columnas de Hércules”, habría seguido la costa atlántica ibérica hacia el norte, explorado las costas de la Galia, cruzado el canal de la Mancha y llegado hasta las islas británicas.
Las descripciones que hace de Britania son notablemente detalladas. Calculó el perímetro de la isla en unas 4.000 millas, una estimación que los especialistas consideran sorprendentemente precisa. Dividió la isla en tres regiones y proporcionó información sobre sus habitantes y recursos.
Aquí entran en juego diferentes teorías. Los defensores de la historicidad de Piteas argumentan que sus conocimientos astronómicos le permitieron realizar mediciones precisas. Los más escépticos sugieren que pudo haber recopilado información de fuentes comerciales previas, sin necesariamente haber visitado todos los lugares que describe.
El episodio más controvertido del supuesto viaje de Piteas es su llegada a la misteriosa Thule. Según sus relatos, tras seis días de navegación desde el norte de Britania, alcanzó una isla que consideró “la más septentrional de las tierras habitadas”. Describió un lugar donde durante el verano las noches duraban apenas dos o tres horas, lo que constituiría la primera referencia histórica al sol de medianoche.
Pero ¿dónde estaba realmente Thule? Los especialistas han propuesto ubicaciones que van desde las islas Feroe hasta Islandia, pasando por la costa noruega. La falta de consenso revela la dificultad de verificar los relatos de Piteas.
Más extraordinarias aún son sus descripciones de las regiones situadas al norte de Thule, donde relata que “la tierra propiamente dicha no existe, ni el mar ni el aire, sino una mezcla de estos elementos”. Los estudiosos modernos interpretan esto como una descripción del hielo marino ártico.
Se atribuyen a Piteas varios descubrimientos científicos importantes. Habría establecido la relación entre los movimientos lunares y las mareas oceánicas, calculado con precisión la latitud de Massalia y realizado observaciones astronómicas de notable exactitud.
Sus mediciones astronómicas son particularmente intrigantes. Antes de emprender supuestamente su viaje, había calculado la latitud de Massalia con notable precisión. También había deducido teóricamente que más allá del círculo polar ártico el sol no desaparecería durante el solsticio de verano.
Ya en la Antigüedad, las afirmaciones de Piteas despertaron considerable escepticismo. Polibio se preguntaba retóricamente: “¿cómo iba a poder recorrer y navegar tales distancias un hombre privado y además pobre?”. Estrabón lo tachó directamente de “mentiroso empedernido”.
Pero ¿estaba justificado este escepticismo? Algunos estudiosos sugieren que las críticas de autores como Estrabón estaban motivadas más por consideraciones políticas que científicas. Estrabón buscaba preservar la autoridad de figuras romanas como Julio César, considerado el primer romano en llegar a Britania. En este contexto, reconocer los méritos de un griego anterior podría haber resultado problemático.
Los relatos de Piteas supuestamente quedaron plasmados en una obra titulada “Sobre el Océano”, que se ha perdido completamente. Nuestro conocimiento proviene únicamente de fragmentos citados por autores posteriores. La ausencia de la obra original hace imposible verificar la autenticidad de los relatos atribuidos a Piteas. Los fragmentos que han llegado hasta nosotros pueden haber sufrido modificaciones, adiciones o interpretaciones por parte de los autores que los citaron.
¿Fue realmente excepcional la supuesta expedición de Piteas? Los fenicios habían desarrollado rutas atlánticas desde siglos antes, y existían redes comerciales que conectaban el Mediterráneo con regiones remotas como el Báltico para el comercio del ámbar. Es posible que Piteas tuviera acceso a información acumulada durante generaciones de contactos comerciales.
También debemos considerar que los griegos de su época tenían conocimientos astronómicos y geográficos considerables. Las teorías sobre la esfericidad de la Tierra y los efectos de la inclinación del eje terrestre eran conocidas en círculos intelectuales.
Los estudiosos modernos se dividen respecto a la historicidad de Piteas. Algunos consideran que la evidencia arqueológica y climática confirma la veracidad esencial de sus observaciones. Sus descripciones del sol de medianoche, las auroras boreales y los hielos árticos coinciden con lo que sabemos sobre estas regiones.
Sin embargo, otros mantienen una posición más cautelosa. Señalan que muchas de las observaciones atribuidas a Piteas podrían haberse deducido teóricamente o recopilado de fuentes indirectas. La precisión de algunos de sus datos resulta sorprendente para una sola expedición con medios limitados.
En el estudio contemporáneo de Piteas han surgido diferentes escuelas interpretativas. Los “maximalistas” defienden la historicidad completa de su viaje y consideran que llegó efectivamente hasta el Ártico. Los “minimalistas” sugieren que se basó principalmente en información de segunda mano y cálculos teóricos. Entre ambos extremos, los “moderados” proponen que Piteas realizó parte del viaje descrito, pero no necesariamente en su totalidad.
Esta claro que sus supuestos logros son impresionantes: haber expandido los límites del mundo conocido hasta el Ártico, establecido las bases del conocimiento sobre las mareas, realizado observaciones astronómicas precisas. Pero la pérdida de su obra original y las controversias que rodearon su figura ya en la Antigüedad hacen imposible separar definitivamente la realidad del mito.
Sea como fuere, la figura de Piteas representa algo importante en la historia del pensamiento occidental: el impulso hacia lo desconocido, la curiosidad científica y la voluntad de verificar empíricamente las teorías. Tanto si fue un explorador real como si se trata de una construcción literaria posterior, Piteas simboliza el espíritu de investigación que caracterizó a la mejor tradición intelectual griega.