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Laocoonte era un sacerdote del templo de Apolo en Troya que desconfió de los griegos cuando estos les entregaron el famoso caballo. “Necios, no os fiéis de los griegos ni siquiera cuando os traigan regalos (Virgilio, Eneida)”

Incluso arrojó una lanza que se clavó en el caballo. Este intento de destruir el caballo le trajo una maldición por parte de los dioses. Un día, cuando se disponía a sacrificar un caballo para Poseidón, 2 serpientes marinas atacaron a sus hijos para cumplir la maldición.

Laocoonte intentó salvarlos pero terminó muriendo junto con sus hijos. Como casi siempre hay otras versiones del mito. También se dice que Laocoonte se había casado y consumó ante la estatua de Apolo (tenía voto de castidad). Apolo le dejó ciego y lo mató.

Como digo este mito es el tema central de una de las mas famosas estatuas del periodo helenístico. Pero antes veamos un poco como es la evolución de la escultura griega.

La Grecia Clásica va del año 1200 al 30 a. C. Comienza con la edad oscura (1200 - 776 a. C.). Es un periodo de transición entre el colapso de la civilización micénica y el crecimiento de las nuevas polis.

La gente emigra de las antiguas ciudades micénicas a nuevos asentamientos. Es una época complicada y no hay mucho tiempo para el arte (emigrar es duro). No hay muchos datos ni obras en estos años.

En la época arcaica (776 - 499 a. C.) ya empieza a haber muestras de arte y escultura. Estas esculturas siguen las mismas pautas que se han seguido desde que el ser humano empezó a hacer esculturas (ya desde el paleolítico).

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Siempre se seguía la denominada ley de frontalidad. Las figuras se muestran rígidas y en pose solemne. Hay varias esculturas de Kuros (hombres jóvenes) y Korai (su equivalente femenina).

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También tenemos a los gemelos Cleobis y Bitón, los gemelos hijos de Cíclipe (sacerdotisa de Hera), que al ver cansados a los bueyes que tiraban del carro de la diosa se pusieron ellos en su lugar.

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Su madre, al ver el gesto de sus hijos, pidió a Hera que les diera el mejor regalo que un dios podía dar a una persona. Hera les regaló la muerte.

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Tras el arte arcaico empiezan a aparecer esculturas todavía rígidas pero con un ligero movimiento. Este estilo se denomina estilo severo. Las principales muestras del estilo severo son el Auriga de Delfos y la estatua del dios del cabo Artemisio.

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Estas dos esculturas curiosamente son en bronce. Muchas veces asociamos el arte griego al mármol pero fundamentalmente usaban el bronce. El problema es que en tiempos de guerra el bronce se fundía para fabricar armas y es por esto que quedan muy pocas.

Tras la llegada del periodo clásico (499 - 323 a. C.) Atenas llega a su esplendor con Pericles y empiezan a surgir un gran número de obras de arte. El principal escultor sería Fidias (responsable de la reconstrucción del Partenón).

Su principal obra es la estatua de Zeus en Olimpia, realizada en mármol (no se conserva). También tiene la estatua de Atenea Pártenos en el Partenón (también en mármol y oro que tampoco se conserva).

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Otro de los grandes escultores fue Praxíteles, que dio nombre a la famosa curva praxiteliana, típica en las esculturas del estilo clásico. Estas figuras, en posición de contraposto (apoyadas sobre un pie) son dotadas de un dinamismo desconocido hasta la fecha.

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Tras la caída de Atenas y la muerte de Alejandro Magno llega el periodo helenístico (323 - 30 a. C) donde ese ligero dinamismo pasa a un movimiento total.

Aparecen muchas obras de bulto redondo (en 3 dimensiones y pensadas para verse desde cualquier ángulo) con una dimensión total. La estatua de Laocoonte y sus hijos es una muestra de esto.

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Esta representación de dolor extremos en el arte se denomina “exemplum doloris” y esta obra es su principal ejemplo y fuente de inspiración a innumerables artistas. Miguel Ángel, por ejemplo, llegó a decir que de esta estatua había aprendido todo lo que sabía.

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En la escultura el escorzo extremo de Laocoonte deja claro que la rigidiez y la frontalidad son cosa del pasado. De todas formas no está claro si esta obra es helenística o una obra romana del siglo primero.

Afortunadamente cuando los romanos tomaron el testigo de la historia no repudiaron el arte y la cultura griega sino que la abrazaron y la continuaron. Gracias a los romanos, que copiaron muchas obras, hoy las podemos disfrutarlas ya que las originales terminaron destruidas.

Por cierto, un detalle. Cuando pensamos en la escultura griega (y romana) lo vemos todo en gris. Pues no era así. Lo pintaban prácticamente todo (sí, todo: Las esculturas, los frisos, …) solo que los pigmentos originales desaparecieron y hoy las vemos grises.