Hoy hablaremos de una práctica cotidiana que para los antiguos griegos iba mucho más allá de la simple limpieza corporal. Hoy hablaremos de la higiene en la antigua Grecia.
Higía fue originalmente la diosa de la salud, aunque luego Asclepio tomó su lugar e Higía se convirtió en hija suya.
Simboliza el balance entre la salud y la enfermedad de los distintos elementos del cuerpo.
Se suele representar con una serpiente y forma parte del conocido símbolo de la farmacia: una copa, la copa de Higía, con una serpiente.

El veneno que puede matar, pero que puede ser convertido en medicamento.
De Higía nos llega el término higiene.
Hoy entendemos una buena higiene como mantener limpio el cuerpo, aunque también la asociamos con la higiene mental.
En la antigua Grecia lavarse significaba quitarse la suciedad tanto corporal como la ritual. Es por esto que hay muchos mitos religiosos bien asociados con baños y limpiezas. Hay muchas referencias de la literatura griega a baños y limpiezas.
En la Odisea, por ejemplo, cuando Odiseo llega a la isla de los feacios y es sorprendido desnudo y dormido por Nausicaa y sus sirvientas, estas lo bañan y limpian, aunque Odiseo siente vergüenza y termina aseándose él mismo.

También tenemos alguna referencia en la comedia de Aristófanes al mal olor corporal de alguno de los personajes. Los hombres griegos que practicaban deportes, algo que practicaban desnudos, tenían que terminar con mucha suciedad en el cuerpo.
Una mezcla de sudor, tierra y aceites corporales con los que se untaban antes de entrar al gimnasio. Para limpiarse usaban un instrumento de bronce llamado estrigilo, en forma de hoz con el que se raspaban el cuerpo para eliminar la tierra y el aceite.

Después se daban un baño en agua fría en el louterion. Para bañarse existían dos lugares dedicados a esto: los baños privados y los públicos. Los baños privados eran propios de las clases altas, algo propio de familias adineradas que los tenían en sus casas.

Solían estar en la parte de atrás de la cocina, de modo que el calor del fuego que usaban para cocinar servía para calentar el agua. Solían ser muy grandes y consistían en un baño de asiento donde las personas se bañaban vertiendo agua en el cuerpo.
También existían los lavabos (louterion) que eran más típicos de las habitaciones de las mujeres. También existían los baños públicos (balaneia). Salones rectangulares con baños con asientos en muchos casos y baños de agua caliente.
Estaban abiertos a los ciudadanos (excepto esclavos y extranjeros); para los ciudadanos pobres eran no solo un lugar para asearse, sino para beneficiarse del calor en invierno, incluso para dormir.
Calentaban el agua con un sistema de calefacción central bajo el suelo (un sistema que se desarrolló en la época helenística).

El agua usada se recogía a través de un molino y retirada a mano por esclavos, aunque también existían desagües. Por norma general, las mujeres no podían acudir a estos baños públicos, aunque existían algunos baños en los que sí podían entrar pero en horas determinadas del día o en días concretos.
Había algunos baños mixtos, pero siempre los hombres y las mujeres por separado. En estos baños había una sala para dejar la ropa, lo cual podía ser objeto de robo.
Ya desde las reformas de Solón existían fuertes condenas para robar en espacios públicos. Si se robaba en una casa particular, el castigo era devolver el doble del valor robado, pero si se robaba en un lugar público, era castigado con la muerte.

Aristóteles mencionó que las penas eran altas por la falta de vigilancia en estos dos lugares.
Uno de los baños más famosos es el de Arquímedes, en el que gritó Eureka.
Había algunos filósofos que no se bañaban, especialmente los pitagóricos y los cínicos ya que lo consideraban como una superficialidad. El comediante Aristófanes ironiza sobre esto en alguna de sus comedias y ridiculiza a Sócrates (tomándolo como un trasunto de estos tipos de filósofos).
Los gimnasios también tenían baños públicos. Normalmente estos baños públicos de gimnasio eran de agua fría, ya que se tenía la idea de que el agua caliente reblandecía el cuerpo. Es por esto el agua caliente para los ancianos y el agua fría para los jóvenes.
De todas formas, cuando se introduce el agua caliente en los baños públicos, muchos jóvenes comenzaron a pasar tiempo en ellos como lugar de reunión, dejando de ir al gimnasio.
Esto generó mucha controversia que se vio reflejada en la comedia de Aristófanes (un espejo de la sociedad ateniense).
El baño caliente se convirtió en un lujo.

No solo por el baño, sino por todo lo que se desarrollaba en su alrededor, como perfumes, depilación y tintes.
Algo que algunos veían como “propio de personas ociosas que viven en la opulencia”.
Aparte de estos baños diarios, también se bañaban para acudir a un banquete. El baño era un símbolo de hospitalidad y respeto al invitado. Esta limpieza se podía quedar reducida a manos y pies.
Estos baños no estaban destinados solo a huéspedes de alta alcurnia.
Esto se ve en la Odisea cuando Odiseo llega a Ítaca.
Odiseo llega al palacio como mendigo y nadie le reconoce, ni siquiera su esposa Penélope.
Odiseo cuenta una historia inventada y Penélope ordena a Euriclea, su anciana nodriza, que le lave los pies.

Ahí se produce uno de los momentos más emotivos de la Odisea cuando la nodriza reconoce a Odiseo por una cicatriz que tenía en la pierna y que ella misma curó cuando era un niño.
Como hemos dicho antes, el baño también servía para limpiar la suciedad moral que causaba el estar en contacto con los dioses.
Esta mancha (miasma) impedía entrar en los templos.
Uno de los motivos de impureza era haber matado a alguien (fuera del contexto bélico, por supuesto) pero no solo el asesinato generaba impurezas.
Estar cerca de un cadáver, o que alguien hubiese dado a luz también las generaba.
El nacimiento y la muerte eran acciones que ofendían en cierta medida a los dioses inmortales.
Otro mito importante en mitología es el baño de Aquiles.
Tetis, madre inmortal de Aquiles, sumergió a Aquiles en el agua del río Estigia cuyas aguas tenían la propiedad de convertir en invulnerable a todo aquel que se sumergiera en ellas.
Sumergió su cuerpo salvo su talón, que estaba sujeto por su mano y esta fue su parte vulnerable que le causó la muerte por una flecha de Paris.
De todas formas hay una versión del mito, contada por Apolonio de Rodas, que nos cuenta que el baño se produjo con fuego en lugar de agua (el fuego es otro elemento asociado a la purificación); en esta versión del mito, Aquiles era el séptimo hijo de Tetis y el mortal Peleo.
Tetis (inmortal) había tratado de convertir en inmortales a sus anteriores hijos con fuego, pero había terminado matándolos a todos.
Peleo sorprendió a Tetis intentándolo con el más joven de ellos, Aquiles, y lo rescató cuando solo se había quemado el tobillo.
El centauro Quirón (famoso sabio y experto en medicinas) sustituyó el hueso quemado por el del gigante Dámaso, conocido por haber sido un gran corredor en vida.
De ahí vendrá el epíteto de Aquiles de: el de los pies ligeros.
Como hemos dicho las parturientas y las mujeres que habían asistido a un parto recibían baños purificadores.
También a los muertos se los lavaba, se les ungía con aceites y se les vestía con ropa blanca.
Esto se ve en la Ilíada cuando Aquiles accede a entregar el cadáver de Héctor a su padre.

Aquiles mandó a sus criadas que lo bañasen y purificasen.
Los aceites, además, servían para aminorar el olor de los días que duraba el ritual (unos tres días).
Los familiares que salían de la casa del difunto debían lavarse las manos como señal de purificación.
No solo tenían que limpiarse los miembros de la casa del difunto.
El edificio también recibía un baño ritual, pero el baño no solo era ritual.
También se realizaban baños asociados a la belleza.
Las mujeres, como hemos comentado antes, se bañaban en baños separados de los hombres.
En la iconografía, especialmente en la cerámica, aparecen mujeres bañándose al aire libre.
Esto fundamentalmente se refiere al baño de Nausicaa en la Odisea, o al baño de Artemisa.
Las mujeres además del baño usaban cosméticos, a pesar de que algunos autores consideraban la cara maquillada como un engaño. El maquillaje que usaban era similar al que se usa hoy (estamos hablando de productos y componentes).
Primero usaban base de maquillaje. Hoy en día se busca la naturalidad, un tono similar al de la piel o incluso un poco más claro. En la antigua Grecia se buscaba que la mujer pareciera más blanca.
Para esto se usaba carbonato de plomo más vinagre, mezcla que se calentaba, se dejaba secar y se molía luego para producir un polvo fino para su posterior aplicación.
Hoy en día no se usa carbonato de plomo, ya que es cancerígeno.
Después se pintaban los labios y mejillas de color rosado.
Para obtener estos tonos se usaban polvos extraídos de moras, algas, ocre rojo, óxido de plomo o incluso tierra roja.
Tenían una cierta variedad de tonos de rojo.
El pintalabios se aplicaba con una pequeña espátula.
Los ojos, las pestañas y las cejas se pintaban de negro.
Un negro que podía ser mate, brillante o neutro.
Las pestañas y las cejas se pintaban con hollín que provenía del carbón negro (conocido como humo negro), azafrán y kohl.

El uso del maquillaje femenino venía de las influencias orientales del mundo griego y como hemos dicho antes, no era bien visto por un sector de la sociedad, ya que veía a la mujer maquillada como una mujer que se alejaba de la naturalidad.
Pero a pesar de las críticas las mujeres griegas se maquillaban. También se depilaban las piernas, las axilas y el pubis.
Para la depilación usaban útiles como los de hoy en día, cuchillas, o incluso algunos más dolorosos como el uso del fuego, con lamparillas o ascuas.
Los hombres también tenían cosmética, especialmente con perfumes. Lo que no hacían los hombres era depilarse, ya que esto se consideraba como algo femenino.
Como curiosidad, un castigo que se imponía a un hombre sorprendido con una mujer casada era la depilación genital.
Esto era algo vergonzoso (recordemos que practicaban deportes desnudos), aunque el marido agraviado podía incluso matarlo (legalmente) si le sorprendía y había testigos.
Como hemos visto, la higiene y la cosmética en la antigua Grecia iban mucho más allá de la simple limpieza corporal.
Combinaban aspectos prácticos, religiosos y sociales que reflejaban los valores de su cultura. Desde los baños rituales que purificaban el miasma hasta el uso de cosméticos que dividía opiniones.
Los griegos no solo se lavaban para estar limpios, sino para estar en armonía con los dioses, con la sociedad y consigo mismos.