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Hoy hablaremos de una mujer hija de rey, mujer de rey y madre de rey. Hoy hablaremos de Gorgo de Esparta.

Gorgo nace sobre el 510 a. C. Es la única hija del rey espartano Cleómenes I, de la dinastía de los Agiadas. Hay que recordar que, desde la reforma de Licurgo, Esparta se regía por una diarquía. Gobernaban dos reyes al mismo tiempo.

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Uno de ellos venía de la dinastía de los Agíadas (de ascendencia doria) y el otro de la dinastía de los Euripóntidas (de origen aqueo). Esta doble cabeza en el gobierno espartano tenía un pasado mítico en referencia a los dos gemelos descendientes de Heracles.

Los espartanos se consideraban descendientes del gran héroe Heracles. La diarquía daba un equilibrio político y ambas familias tenían prohibido emparentarse entre sí e incluso ser enterrados en el mismo sitio.

Corrían los tiempos de las revueltas jonias en la costa de Anatolia, antesala de las guerras médicas. El tirano de Mileto, Aristágoras, parte al continente heleno para pedir ayuda ante la amenaza del rey persa Darío en las ciudades jonias de Asia Menor.

Acude primero a Esparta (el mayor ejército terrestre de toda la hélade) y es recibido por Cleómenes. Para Cleómenes, ayudar a Aristágoras implicaba desplazar a su ejército por todo el mar Egeo y luego adentrarse en Asia a tres meses de la costa jonia.

Es por esto por lo que rechaza apoyar a los jonios. Aristágoras le ofrece más dinero. Llega a ofrecerle 50 talentos (una auténtica fortuna. Recordemos que Mileto era una ciudad rica).

Se cuenta entonces que Gorgo, única hija de Cleómenes y que aun siendo una niña se encontraba junto a su padre, le dice a este que se valla, ya que si no el forastero le corrompería. Cleómenes hace caso a Gorgo.

Aristágoras entonces acude a Atenas y Eubea a pedirles ayuda, los cuales acceden. Aristágoras dijo que era más sencillo convencer a una asamblea de ciudadanos (Atenas y Eubea eran incipientes democracias) que a un rey junto con su hija.

Las mujeres en la antigua Grecia no pintaban mucho en la sociedad y en la política, pero la situación de la mujer en la sociedad espartana era ligeramente diferente.

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No estaban sometidas a la estricta educación física y militar a la que eran sometidos los niños espartanos desde la edad de siete años (la agogé) en cuarteles y separados de sus familias, pero sí que recibían una educación tanto física como intelectual y se les enseñaba a leer escribir.

En la sociedad espartana los hombres se dedicaban a la guerra y las mujeres eran las amas de casa. Amas de casa en el más puro sentido de la palabra.

El estado asignaba a cada espartano unos esclavos, que eran propiedad del estado, pero trabajaban las tierras del espartano, tierras que también el estado había otorgado equitativamente a cada espartano.

La gestión de estas tierras era la única fuente de ingresos de la familia espartana, ingresos que necesitaban para pagar la tasa que estaban obligados a pagar para mantener el estatus de espartano.

Dado a que el hombre siempre se encontraba ausente, era la mujer la que lo gestionaba todo y de su correcta gestión derivaba el estatus de ciudadanos de pleno derecho.

Es por esto por lo que las mujeres espartanas gozaban de una excelente forma física y solían ser las ganadoras en los juegos Hereos, unos concursos deportivos que se organizaban en Argos y en Olimpia, en honor a la diosa Hera.

Estos juegos estaban reservados exclusivamente a mujeres y pueden considerarse como los antepasados del deporte femenino.

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El hecho de que las mujeres en Esparta tuvieran un papel digamos que importante (aunque seguían muy por detrás del de los hombres) generaba resquemor entre sus vecinos. Los atenienses, por ejemplo, se burlaban de los espartanos diciendo que tenían un gobierno de faldas.

Plutarco, en su obra vidas paralelas, comenta que ante la insinuación de los detractores de Esparta de que las mujeres mandaban sobre los hombres, las mujeres espartanas respondían diciendo que ellas eran las únicas que daban a luz a verdaderos hombres.

Recordemos que un espartano era hijo de padre y madre espartana.

Las mujeres en Esparta podían heredar el patrimonio paterno, pero no podían heredar el trono. Como hemos dicho Gorgo era la única hija del rey Cleómenes I. Es por esto por lo que Gorgo se casa con Leónidas, su tío y 40 años mayor que ella.

Heródoto cuenta que cuando Jerjes ha decidido continuar con la contienda militar que empezó su padre Darío contra los griegos, Demarto, un antiguo diarca espartano que había terminado exiliado en Persia, se entera de esto, no olvida su pasado espartano y trata de avisar a Esparta.

Mandó a Esparta una tablilla de cera en blanco. Esta tablilla vacía pasó los controles persas y al llegar a Esparta Gorgo se da cuenta del truco. Manda raspar la cera de la tablilla y encuentra el mensaje de advertencia escrito en la madera que había debajo de la cera.

De esta manera los griegos se enteran de los planes de Jerjes.

Esta segunda invasión de los persas significará, a la postre, la muerte del esposo de Gorgo, Leónidas en la batalla de las Termópilas. Los espartanos sabían que las Termópilas era una contienda muy complicada y que tenían muchas posibilidades de morir.

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Cuando Leónidas parte a la batalla Gorgo, sabiendo de lo delicado de la situación, pregunta a su esposo qué debe hacer si pasa lo peor. Leónidas le responde que se case con un buen hombre que le trate bien, que le dé hijos y que tenga una buena vida.

Gorgo ya tenía un hijo, Plistarco, que a la postre terminaría siendo rey. Dado que a la muerte de Leónidas Plistarco era un niño, su tío Cleómbroto (un militar espartano) actúa como rey regente hasta que Plistarco llega a la mayoría de edad y toma el poder.

Bueno, Cleómbroto muere antes de que Plistarco llegue a la mayoría de edad y es su hijo Pausanias en que continúa con la regencia de Esparta a la espera de Plistarco.

Esta es la historia de Gorgo. Hija, madre y esposa de rey. Una mujer con nombre propio en la historia de Esparta y de la antigua Grecia y una de las pocas mujeres que Heródoto cita por su nombre en sus nueve libros de Historia.