Hoy hablaremos del comienzo de la rivalidad entre griegos y persas y de la figura del primer persa que sometió a pueblos griegos. Hoy hablaremos de Creso. Dentro hilo.
Heródoto establece en el proemio del libro I de su obra “Historia” que el comienzo de la disputa está en los fenicios. Estos llegan a Argos para vender su cargamento.
Al 5º día, cuando lo tenían casi todo vendido atacan a las mujeres que estaban en la popa del barco comprando, entre las que se encontraba la hija del rey Ínaco de Argos, la princesa Io. La mayoría de las mujeres escapan, pero no es el caso de Io que termina siendo raptada por los fenicios.
Posteriormente fueron los griegos (posiblemente cretenses) los que raptan a la princesa fenicia Europa, hija del rey de Tiro. Después los griegos raptan a la hija del rey de Cólquide Medea. El rey de los colcos envía emisarios a Grecia para exigir satisfacciones.
Una generación después de estos sucesos, Paris, hijo del rey de Troya Príamo, rapta a Helena. Hasta ese momento solo se trataba de raptos entre partes.
Los persas consideraban que el rapto de mujeres era una “felonía propia de hombres inicuos”, pero no hacían nada al respecto.
Sin embargo, los griegos reúnen una gran flota para destruir Troya. Heródoto muestra Troya como el inicio de la enemistada entre griegos y persas.
El primer personaje persa que nos presenta es Creso, el primer bárbaro que sometió a algunos griegos, pero arranca con la historia de su tatarabuelo Giges.
Giges era un oficial de la guardia del rey de Sardes Candaules. Candaules estaba enamorado de su mujer (la suya propia, no la de Giges) y la consideraba la más bella del mundo.
Candaules le dice a su oficial Giges que si no estaba convencido de sus palabras sobre la belleza de su esposa (la vedad es Giges no había dicho nada) que probara a verla desnuda.
Giges no quería hacer eso ya que era una gran ofensa, pero era el rey el que prácticamente se lo estaba ordenando de facto. Giges accede (que remedio), se esconde en un armario de su alcoba y termina viendo a la mujer de Candaules desnudarse.
La mujer del rey termina dándose cuenta y, al día siguiente, le dice a Giges lo siguiente. Le da dos opciones por su ofensa: o se suicida o mata a Candaules, se casa con ella y se convierte en el rey de los lídios. Giges escoge matar a Candaules y se convierte en rey.
El tataranieto de Giges fue Creso que hereda el trono de Lidia a los 35 años. Creso fue el primero que ataca a pueblos griegos, concretamente a los efesios de la zona jonia colindante con Lídia, haciéndoles pagar un tributo.
Creso también sometió a otros pueblos de la zona y Sardes (la capital del reino lidio) llegó al cenit de su riqueza.
Esto atrajo a la ciudad a mucha gente incluyendo a ilustres atenienses como es el caso de Solón que, tras dictar las leyes de Atenas y con el pretexto de ver mundo, pasa 10 años en Sardes.
Aunque según Heródoto el verdadero motivo de la ausencia de Solón de Atenas era el no tener que derogar las leyes que el mismo había dictado.
Creso se creía el hombre más dichoso del mundo, pero los dioses tenían un castigo para él. Creso tenía 2 hijos, uno de ellos sordomudo, por lo que no podía ser su sucesor.
En un sueño se le muestra a Creso que su otro hijo, Atis, morirá por causa de una herida causada por la punta de hierro de un arma. Creso intenta apartar a su hijo de todo peligro, cosa que no gusta a Atis ya que teme que el pueblo de considere un cobarde.
Un día, ante la insistencia de Atis, Creso accede a que su hijo participe en una cacería. En esta cacería, y por un desgraciado accidente, el hijo de Creso muere cumpliéndose la profecía. Pero esta no es la última desgracia para Creso.
Durante años Creso permanece inactivo por el duelo por la muerte de su hijo. Esto hace que sus vecinos los persas, a manos de Ciro, aumenten su papel dominante en la zona.
Tras unas batallas entre lidios y persas Creso tiene que decidir si ataca finalmente a los persas cruzando el rio Halys. Por esto envía emisarios al oráculo de Delfos, para pedir consejo. La pitia de Delfos le dice lo siguiente:
“Si cruzas el rio Halys, un gran ejercito será destruido”
Creso interpreta esto como un signo inequívoco de que tenía que atacar a los persas. Lo hace y termina derrotado. El oráculo se cumple: un gran ejercito ha sido destruido, el ejército de Creso.
Esta es la historia de Creso, con la que arranca Heródoto su obra “Historia”. Esta obra es considerada una de las obras más importantes de la historiografía antigua y se considera el primer trabajo conocido en la historiografía occidental.
Aparte de su importancia es una obra tremendamente amena y divertida.
Fuente. Historia, Heródoto (libro I)