Hoy hablaremos de la cerámica en la Antigua Grecia. Una de las cerámicas más importantes de la historia. Dentro hilo.
La cerámica en la Antigua Grecia, más exactamente la cerámica en Atenas en el período clásico (denominada cerámica ática) alcanzó unas cotas de calidad y distribución comercial increíbles. Eran unos objetos preciosos y de alto valor.
Esta cerámica ática se da durante los siglos de oro de Atenas (los siglos VI y V a. C.) donde Atenas tiene la hegemonía de la producción cerámica (y de prácticamente todo en el mundo heleno)
Esta cerámica ática es muy importante en la arqueología ya que las obras se pueden fechar con mucha precisión (entre 5 y 10 años). Existen algunas obras que podemos fecharlas incluso en el año y mes de creación. Algo inaudito en el arte antiguo.
Es por esto que los arqueólogos están deseosos de encontrar algún resto de cerámica en los yacimientos ya que les ayuda enormemente a datar todos los restos. Esto no pasa con la cerámica posterior de la época helenística.
Existes varios estilos pero fundamentalmente hay dos. El estilo de figuras negras y el estilo de figuras rojas.
Antes de estos dos estilos ya hay otros como el estilo geométrico (lleno de formas geométricas, como su nombre indica) y el orientalizante (con influencias de Oriente).
De los 2 estilos principales, el estilo de figuras negras es el primero que aparece. Se caracteriza porque las figuras son negras sobre fondo rojizo. Esto se consigue porque pintan de negro las figuras y dejan el resto con el color original de la arcilla.
El principal autor de figuras negras fue Exekias, autor que desataca por la composición de sus obras.
La arcilla de Atenas tenía un alto contenido en hierro y es por esto que tiene ese color rojizo característico. Este estilo es una influencia de la cerámica Corintia del siglo VII a. C.. Los detalles de las figuras los conseguían rayando el color negro después de cocer la obra.
La técnica de figuras rojas se descubrió después y supuso un gran avance que permitió a los artesanos producir obras de mayor calidad y mucho más rápido. El proceso de pintado es el inverso. Se pinta de negro todo el vaso y se dejan sin pintar las figuras detalles.
Esta técnica permite un nivel de detalle mucho mayor y hace que los artistas se luzcan. La única pega es que tiene que pintar todo a la primera. No pueden corregir nada.
Las obras primero se pintan y luego se cuecen. El proceso de cocción es similar en ambos estilos. Es un proceso delicado en el que, si no se hace bien, se puede arruinar la obra con facilidad. Consta de 3 fases:
La primera fase es una fase de reducción. Se deja entrar aire en el horno, que está a unos 800º C lo que hace que se oxide la obra y todo se vuelva rojo (lo pintado y lo no pintado).
En la segunda fase se cierra la puerta del horno para que no entre aire y la temperatura sube a unos 1000º C. Esto hace que la obra se cueca con su propio humo quedado todo negro.
En la tercera fase se abre ligeramente la puerta para que entre un poco de oxígeno y la temperatura baja un poco. Las partes sin pintar se vuelven rojas mientras que las pintadas negras. Si no se controla bien esta fase todo se vuelve rojo y hay que empezar de nuevo.
Como digo es muy fácil arruinar la obra en la cocción. Los artesanos buscaban la perfección y muchas veces destruían las obras si no habían quedado perfectas.
Esto hacía que se desperdiciaran muchos pedazos de cerámica. Estos pedazos se reutilizaban para, por ejemplo, realizar las votaciones de ostracismo de las que hablaos en el hilo de la democracia.
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Este proceso de fabricación generaba unas obras prácticamente indestructibles en lo que respecta a los colores. Incluso vasijas destruidas en un incendio se han podido restaurar cociéndolas de nuevo, conservando sus colores originales.
A veces se pintaban también con algún detalle en blanco o rojo coral, pero estos colores eran más frágiles y no los usaban para elementos del día a día. Los reservaban para elementos funerarios y decorativos.
Además de pintarlas también usaban algunos detalles en relieve (para adornar cabellos o ropas en las figuras). Estos relieves hacían que las obras fueran una experiencia al tacto. Estaban creadas para ser tocadas. A día de hoy, solo las podemos ver dentro de vitrinas y no podemos tocarlas.
No solo estaban diseñadas para ser tocadas. También estaban pensadas para ser “escuchadas”. Los autores se sentían tan orgullosos de sus obras que las firmaban “Sófilos me pintó”. Los vasos solían “hablar” en primera persona. Las obras tenían un afán narrativo.
Dado que la lectura en la antigüedad era en voz alta y que están llenas de frases e inscripciones podemos decir que “hablan”. Tenemos frases como “Alégrate y bebe”, “Soy un hermoso vaso” o “Bebe tú también”.
Comúnmente se les denomina a todos como “vasos”, pero hay muchos tipos de recipientes. Cada uno para una utilidad concreta. Resumiendo podríamos citar 3: Ánforas, cráteras y kylix.
Las ánforas (había de varios tipos) eran unos recipientes grandes, con 2 asas y cuello estrecho. Servían para almacenar aceite, cereal o vino puro sin mezclar (recordemos que bebían vino mezclado con agua)
Las cráteras, similares a las ánforas pero más pequeñas y con el cuello ancho, estaban destinadas para mezclar vino con el agua. Luego se usaban oinócoes (jarras) para servir la mezcla.
Los kylix eran unos vasos anchos que se usaban para beber. Tenían un par de asas para permitir pasarse el vaso de unos a otros. La bebida se hace en común. Es un acto social (y se bebía mucho)
Además de esto existían unos pequeños recipientes para perfumes y fragancias. Por otro lado estaban los recipientes funerarios, que solían tener un agujero para permitir que los líquidos traspasaran el vaso y llegaran al difundo.
Estos recipientes también se usaban para las libaciones. La libación era un ritual religioso que consistía en derramar parte de la bebida en el suelo o en un recipiente para los dioses. Cuando brindes recuerda derramar parte de la bebida al suelo. No sea que los dioses se enfaden.