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Hoy hablaremos de la adivinación en la Antigua Grecia y del mito de Casandra, la princesa troyana que veía el futuro y que tenía una horrible maldición. Dentro hilo.

Casandra era una princesa troyana hija de Príamo, rey de Troya y de Hécuba. Cuenta el mito que Apolo se enamora de ella y a cambio de su doncellez le concede el don de la profecía.

Parece ser que Casandra le rechazó y Apolo, enojado, la castigó escupiéndole la boca. De esta manera su don se convierte en una maldición.

La maldición consistía en ver el futuro, vaticinar hechos futuros, acertar siempre pero nunca nadie le haría caso. Casandra ve la derrota de Troya, su patria, la estratagema del caballo de madera e incluso el asesinato de Agamenón por su mujer.

Cuando Troya está siendo destruida Casandra se refugia en el templo de Atenea pero Áyax la saca, a pesar de que esta se aferra a la estatua de la diosa.

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Con Troya destruida Casandra pasa a formar parte del botín de guerra y es propiedad de Agamenón, con quien tiene 2 hijos. Cuando vuelven a Micenas la mujer de Agamenón, Clitemnestra, mata a Casandra y a sus hijos por celos.

El mito de Casandra no aparece en la obras de Homero. Es más tarde cuando autores como Eurípides y Esquilo lo incluyen en las suyas.

Casandra representa la adivinación natural o inspirada. En las obras literarias, como el Agamenón de Esquilo, se representaba a Casandra pronunciando sus visiones en una especie de delirio, como poseída por una divinidad.

Oh, sagrado Apolo pítico tú qué ocupas el ombligo exacto de la tierra allí donde surgió por primera vez la voz profética, cruel y salvaje.

En estos versos de Eurípides se está refiriendo al oráculo de Delfos, donde Zeus calculó el centro del mundo.

Apolo pítico, en referencia al monstruo ctónico Pitón, el antiguo morador de Delfos y al que Apolo mató con una flecha. Representa la voz inspiradora de las profecías.

Asociar la adivinación a algo inspirado por los dioses a través de la locura viene de lejos también.

Los bienes más grandes nos llegan por medio de la locura. (Platón, Fedro 244 a)

La adivinación inspirada por los dioses era el único tipo de adivinación que los filósofos como Sócrates y los estoicos dan por válida. Ese trance de los sacerdotes y sacerdotisas eran dignos de respeto.

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Los sueños también eran una fuente de inspiración mística. Durante el sueño el alma vuela libremente en contacto con los dioses.

Este tipo de indignación basado en sueños se denomina oniromancia, tenía un lugar destacado en la antigüedad y era una importante fuente de comunicación con los dioses.

Ya en la Odisea podemos ver ejemplos de esto, aunque, como se muestra en la Odisea (XIX 560ss), hay dos tipos de sueño.

“Los sueños que llegan por la puerta tallada de marfil engañosos. Traes palabras que no se cumplirán. Los que llegan por la puerta del pulido cuerno, estos aportan hechos verídicos, cuando un mortal los atiende”.

En los sueños verdaderos uno puede vislumbrar el futuro mientras los otros son solo espejismos.

Una forma de conseguir sueños verdaderos era la incubación o enkoimesis, qué consistía en pasar la noche en un lugar sagrado o el templo de la divinidad, como solía ser el santuario Asclepio (dios de la medicina) de Epidauro y en Pérgamo.

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Los presocráticos, como Heráclito y Empédocles, también aceptaban esta fuente de inspiración. Puetas como Píndaro creían en estos sueños que, en estos sueños, el alma entraba en contacto con los dioses.

Siempre recomendaban cenas frugales y pensamientos tranquilos para permitir este contacto. Una cena pesada hace que la parte de irascible del alma genere sueños falsos, violentos y horribles.

En la Antigua Grecia distinguían entre varios tipos de sueños o hynos, el sueño como descanso de fatigas del día. Hipnos era el dios del sueño, hermano de Thanatos, el dios de la muerte no violenta.

Dentro de los sueños tenidos durante el descanso nocturno tenemos el enhyphion, qué son los sueños que mostraban hechos de la vida cotidiana de la persona, como sus deseos, etc. eran sueños superficiales.

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Luego estaban los sueños óneiros, que respondía a las visiones oníricas. Este tipo de sueños corresponde al profético, también llamado chrematismós, que da pistas al mortal sobre su futuro y sobre los planes de los dioses.

Abundan los sueños de mujeres embarazadas que daban a luz a niños excepcionales.

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Hécuba, esposa de Príamo y madre de París, soñó que paría una antorcha que causaba que el incendio de su ciudad, vaticinando la destrucción de Troya por la relación entre su hijo París y Helena.

Heródoto cuenta que la madre de Pericles soñó que daba a luz un León.

Hubo también médicos, discípulos de Hipócrates, que rastreaban en los sueños datos sobre la enfermedad de sus pacientes. La práctica de la oniromancia y las interpretaciones de los sueños eran consideradas una técnica o arte (techné).

Es decir que era considerada una habilidad que se podía aprender como cualquier otro tipo de artesanía.

Hay una anécdota que dice que Alejandro Magno durante el asedio de tiro una noche soñó con un sátiro. Esto fue interpretado como sa-tyros, es decir “tuya será Tiro”.

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La siesta también era un momento propicio para estas visiones ya que consideraban que en los momentos de duermevela el soñador recibe visitas sobrenaturales. También estaba la visión o visita de los muertos desde el más allá (phantásmata).

Consideran que había personas con una especial capacidad para comunicarse con el más allá. Como decía Aristóteles esta sensibilidad especial se da especialmente en los melancólicos.

El mito de Casandra, donde se juntan la adivinación, inspiración, el éxtasis religioso, las visiones oníricas y los viajes al más allá, siguen fascinando hoy en día.

¡Miserables! ¡Ya caminamos bajo tinieblas, pues a nuestro alrededor la ciudad se encuentra dominada por la sangre y el fuego, y por un triste hado! ¡Por todos sitios muestran los inmortales funestos prodigios, y nos encontramos a los pies de la muerte! ¡Insensatos no tenéis ni idea de vuestro maldito destino!