Antigua Grecia logo Antigua Grecia

Hoy hablaremos de uno de los discípulos de Sócrates. Un filósofo que creó una escuela filosófica que se convirtió en la principal crítica de la sociedad ateniense de su época. Hoy hablaremos de Antístenes, el fundador de la escuela cínica.

Antístenes nace en Atenas en el 446 a. C., hijo de padre ateniense, pero de madre tracia, lo que no lo convertía en un ciudadano de pleno derecho, sino en un extranjero o meteco.

Untitled

Los atenienses se sentían orgullosos de pertenecer a su tierra, como con el mito de Erictonio, el hijo de Atenea, que nace de la tierra y funda la ciudad de Atenas.

Este orgullo ateniense de ser autóctonos contrasta con la supuesta procedencia nórdica de los espartanos, llegados del norte con las migraciones Dorias, asociadas al mito de los heraclidas.

Antístenes se jacta de esta condición de nacidos de la tierra, diciendo que nada era más noble que los caracoles y los saltamontes.

Se forma en sus primeros años con los sofistas, como Hipias y Gorgias. Los sofistas cobraban por sus clases incluso eran caros, por lo que se supone que su familia era acomodada. Sus comienzos como discípulo del orador Gorgias impregnan sus diálogos de estilo retórico.

En su juventud, como todo ateniense, formó parte del ejército y combatió en la batalla de Tanagra (426 a. C.), durante la guerra del Peloponeso.

Untitled

Después de esto, entró a formar parte del círculo de Sócrates, del que, según palabras de Jenófanes, se convirtió en su mejor oyente, a pesar de ser el discípulo de mayor edad. Esto lo aleja de los sofistas, contra los que estaba Sócrates.

Antístenes está con Sócrates hasta su muerte, lo que le marcó enormemente como al resto de sus discípulos. El dolor por la muerte de Sócrates le hace reflexionar y elevar el tono de su crítica social, crítica a una sociedad que era la que había matado a su maestro.

Untitled

Funda su escuela filosófica fuera de las murallas de Atenas, junto a un santuario de Heracles, en un gimnasio público, junto al camino hacia Maratón, llamado Cinosargo.

Este gimnasio estaba destinado a metecos y bastardos, no a ciudadanos de pleno derecho. El nombre de Cinosargo viene de la palabra griega kynos, qué significa perro.

Se llamaba así por una leyenda que decía que, en el pasado en esa zona, alguien estaba haciendo un sacrificio de un animal para una ofrenda, pero apareció un perro y se llevó la ofrenda.

Para los griegos, el perro era el animal impúdico por excelencia y calificar a alguien como perro era una ofensa, algo que hoy perdura.

Podemos ver referencias a esto en la Ilíada, como, por ejemplo, cuando Aquiles increpa a Agamenón en el canto primero. “Tú que tienes mirada de perro.” (Il I 149)

También lo vemos cuando Zeus se enoja con su mujer y le dice: “No hay nada más perro que tú” (Il VIII 483).

Antístenes y sus seguidores comienzan a tener un modo de vida alejado de los cánones sociales y se denominan así mismo como los perros, o cínicos (de kynos). la escuela de Antístenes no era como la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.

Untitled

Antístenes no tenía medios y era simplemente un centro de reunión donde no se buscaban avances en la ciencia y las matemáticas, sino era simplemente un lugar donde el maestro transmitía su doctrina y el modo de vida cínico, imitando lo que había hecho Sócrates.

Aunque Antístenes escribió muchas obras, se habla de una 60, no se conserva casi nada y solo fragmentos o referencias de otros autores. Se dice que Antístenes fue el primero en escribir diálogos, incluso antes de Platón.

Entre sus escritos perdidos hay obras sobre ética, física y lógica. Destaca la referencia a la figura de Ciro, el rey persa, al que Antístenes admiraba sus cualidades de líder ideal, caracterizado por su justicia, sabiduría, autocontrol y valor.

Todo esto, a pesar de no ser Ciro griego y ser un bárbaro.

Para el cínico, el fin último es la felicidad, una felicidad que se logra por medio de la virtud, una virtud que es suficiente por sí misma para llegar a la felicidad si necesitar de nada más, salvo la fortaleza socrática.

La virtud está en los hechos y no requiere de palabras ni conocimientos. El sabio es autosuficiente, pues los bienes de los demás son todos suyos. El sabio, además, vivirá, no de acuerdo con las leyes establecidas, sino de acuerdo con la virtud.

Esto lo diferencia de su maestro Sócrates, que muere por cumplir la ley, una ley que Sócrates pensaba que había hecho civilizados a los hombres. Para los antiguos griegos el aidós (la vergüenza, el respeto, el sentido moral) era esencial para la convivencia cívica.

Prometeo entregó a los hombres el fuego, que simbolizaba la técnica (techne), y era la base del progreso. Pero Zeus nos entregó también, a manos de Hérmes, la moralidad (aidós) y la justicia (diké), sin las que la vida en la sociedad sería demasiado salvaje y bestial.

Untitled

Sin estas virtudes estaríamos abocados al egoísmo y a la violencia.

Antístenes rechaza lo social e impuesto, se opone a las instituciones y costumbres y se dedica a la vida ascética alejado del teoricismo.

Sus discípulos se desprenden de todo lo material, portando solo un zurrón, un bastón y un manto, los únicos bienes materiales a los que aspira un cínico.

Al desprenderse de todo, queda la autosuficiencia, la autarquía y no se ven expuestos a la fortuna y al egoísmo de las posesiones materiales.

Para el cínico la ciudad domestica al ciudadano y defienden el estado natural del hombre ha dejado de las ciudades. Tratan de vivir en armonía con la naturaleza sin las cargas de la moral y la tradición.

El cínico denuncia a la sociedad y no lo hace con bellos discursos, sino con zafios y agresivos ademanes. Una sociedad y un pacto cívico que le parecen inauténticos y perturbados.

El cínico renuncia el progreso y vagabundea por un sendero individual, a costa de un esfuerzo personal, con tal de escapar de la alineación. Reivindica el valor del esfuerzo (ponós), pero no del trabajo que nos integra y alinea con una sociedad que detesta.

El cínico rechaza el confort y el lujo, pero no por pecaminosos, sino por la sumisión que generan. Platón definió los cínicos como unos “Sócrates enloquecidos”.

La figura de Heracles representa el ideal cínico. Heracles vence monstruos y soporta fatigas desmedidas. Es un hombre que enloquece, pero que consigue luego resarcirse y obtiene el perdón de Zeus, que le terminará otorgando la inmortalidad. Heracles tiene un control sobre su vida.

Antístenes, ve la realidad siempre como algo individual y en su pensamiento no pueden existir las verdades universales platónicas.

Sus ideas parten de Sócrates, pero siguen unos caminos radicalmente diferentes de las de sus otros discípulos, como Platón, con el que no se llevaba nada bien y del que se burlaba por creerlo henchido de vanidad.

Untitled

Platón adentró su pensamiento hacia el mundo de la dialéctica, la lógica y las matemáticas, y consideraba Antístenes, como un viejo que había comenzado tarde a aprender.

Antístenes fue un filósofo de primer orden, pero sin el reconocimiento que tuvieron otros como Platón y Aristóteles, que lo relegaron a un segundo plano.

Un segundo plano, no solo en la filosofía, sino en su propia escuela filosófica, en la que tuvieron más relevancia filósofos posteriores, como Crates o Diógenes de Sinope.

Antístenes fue el puente que enlaza la filosofía socrática con posteriores escuelas filosóficas como el estoicismo. Su doctrina atentaba también contra el cristianismo por lo que sus ideas fueron descatalogadas y marginadas durante toda la edad media.

Después de Filipo y Alejandro, las ciudades griegas quedaron en manos de caudillos militares. Ante esta nueva situación, ¿cómo seguir creyendo en los lemas de la democracia? ¿Cómo seguir confiando en los antiguos dioses?

La libertad y la autarquía perdidas para la comunidad solo podían recuperarse para el individuo. Eran nuevos tiempos en los que no cabía una salvación política, sino la salvación individual.

La sumisión al monarca de turno prohibió la libertad de palabra. Las comedias, que antaño se burlaban de los individuos y políticos por sus nombres, desapareció como tal dando paso a la denominada como nueva comedia, mucho más blanca y menos incisiva.

Eran los cínicos los que reivindicaban, con franqueza absoluta, la crítica social.

La desconfianza en la sociedad y en los beneficios del progreso son compensados, en cierto modo, con un cierto optimismo para alcanzar la verdadera excelencia y con esto la felicidad. Y, ¿qué hay más importante que la felicidad?


Fuentes: Vida y opiniones de los filósofos ilustres (Diógenes Laercio).

La secta del perro. Vida de los filósofos cínicos (Carlos García Gual)