Hoy hablaremos de unas guerreras que representaban todo aquello que un griego consideraba imposible: mujeres que gobernaban, que luchaban a caballo y que desafiaban el orden establecido. Hoy hablaremos de las Amazonas.
En la concepción del mito de las Amazonas se combinan tres elementos.
Por un lado la sociedad de las Amazonas es una sociedad invertida, una sociedad en que las mujeres tienen una condición contraria a la griega, en donde estaban en el segundo plano.
Hay veces que se refiere a ellas como antiáneira (contraria a los hombres).
El segundo elemento es el anatólico relacionado con un culto a la diosa Atenea, que se daba en las sociedades anatólicas (en las llanuras escíticas), donde existían mujeres guerreras muy diferentes a las mujeres griegas.
El tercero es el contacto de los pueblos griegos con poblaciones del mar Negro, región que en la mitología se asociaba con el fin del mundo y las regiones hiperbóreas, quienes se encuentran en relación entre las Amazonas con el término griego de a-mazón (sin pecho).
Esto tiene que ver con el mito de que las Amazonas se amputaban un pecho para poder manejar mejor el arco.
El arco era un arma esencial en las poblaciones de las estepas.
Los griegos, en sus orígenes prefieren las lanzas y veían el arco un arma que permitía matar desde lejos como un arma indígena propia de bárbaros.
Según la mitología griega, las Amazonas descendían de Ares, dios de la guerra, y de la ninfa Armonía.
Ares era el dios antipático por excelencia.
Uno de los animales de Ares era el caballo y se decía que las Amazonas fueron las primeras en luchar a caballo.

En la mitología las Amazonas aparecen luchando contra héroes griegos como Aquiles, Heracles o Teseo, y siempre siendo derrotadas.
En la guerra de Troya las Amazonas combatieron en el otro bando dirigidas por su reina Pentesilea, que murió a manos de Aquiles.

Las Amazonas también aparecen en los trabajos de Heracles.
En uno de estos trabajos tenía que hacerse con el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas.
En este trabajo Heracles termina matando a Hipólita y un buen número de Amazonas aunque fue por engaño de la diosa Hera que se disfrazó de Amazona y propagó el rumor de que Heracles quería raptar a la reina, cosa que enfureció a las Amazonas que terminan luchando contra este.

Unas Amazonas que previamente habían tenido buenas relaciones con Heracles, incluso habían estado de acuerdo en entregarle el cinturón.
Se suponía que las Amazonas habían conquistado buena parte de Asia Menor y habían intentado invadir el Ática, aunque fueron vencidas por los atenienses liderados por Teseo.
Esta invasión se relaciona con la victoria ateniense ante los persas durante las guerras médicas, asimilando las Amazonas como el trasunto de un enemigo externo.
Esto sobre todo se dio durante la Segunda Guerra Médica en la batalla de Salamina, cuando la reina caria Artemisia (de ascendencia griega, pero que luchaba en las filas persas), tuvo una parte activa en la batalla (batalla que terminó perdiendo).
El nombre de Artemisia era similar a Artemisa, diosa de las Amazonas.
La primera representación de un guerrero griego, luchando contra una Amazona está en un escudo votivo de terracota del siglo 700 a. C.
Dado que el soldado griego no presenta ningún atributo característico no se sabe si es Heracles, Teseo, Aquiles o Belerofonte.
Después de esto, el motivo de lucha entre soldados y Amazonas era muy frecuente, incluso decora uno de los frisos del Partenón en la acrópolis de Atenas.
Las Amazonas no solo representaban un enemigo bárbaro.
También sentían una cierta fascinación sobre ellas.
En el mito de Aquiles y Pentesilea, Aquiles se siente fascinado por la mujer a la que había dado muerte y mató a puñetazos a Tersites, un soldado que se burló de la Amazona muerta y le había arrancado los ojos con la punta de la lanza.
Diomedes, pariente de Tersites arrojó el cadáver de Pentesilea al río Escamandro.
Homero, en la Ilíada relaciona a las Amazonas con dos países de la Anatolia occidental (Frigia y Licia).

De todas formas, la ubicación habitual que se le daba a las Amazonas era en el país conocido como la Capadocia Póntica, en la costa meridional del mar Negro.
Los griegos atribuyen a las Amazonas, la fundación de muchas ciudades de Asia Menor como Esmirna y Éfeso.
Según algunos el nombre Amazona podría tener su origen en una palabra armenia que significaba “mujeres Luna” (quizás por su relación con Artemisa, diosa asociada a la luna).
Los griegos siempre vieron la región de Anatolia como un mundo exótico y diferente.
La antítesis del mundo griego, con costumbres diferentes a las suyas.
Lugares donde una mujer podía ejercer poder político, algo impensable en el mundo griego.
Anatolia, ya en el segundo milenio a. C., estuvo poblada por pueblos hititas y luvitas.
Las mujeres de estos pueblos disfrutaban de una condición mejor que las mujeres de otros lugares.
Gozaban de plena capacidad jurídica.
En el matrimonio las relaciones solían ser más igualitarias (se han encontrado sellos con el nombre de ambos cónyuges).
En caso de divorcio, los bienes se repartían por la mitad.
En caso de fallecimiento del marido, la viuda heredaba los bienes del cónyuge.
Este estatuto femenino más o menos elevado era sorprendente para sus vecinos griegos, como se ve reflejado en las narraciones de Heródoto.

La diosa principal de las Amazonas era Artemisa, diosa de la caza y protectora de la naturaleza silvestre y, por tanto, de los animales, los árboles, la vegetación y las fuentes.
Era una diosa casta, independiente de lo masculino y protectora de la vida femenina.
El referente real que dio forma definitiva y más efectiva a los mitos de las Amazonas, fue la existencia de mujeres guerreras en los pueblos escitas.
Cuando los griegos tuvieron noticias sobre mujeres escitas que combatían a caballo, estas historias se mezclan con la mitología sobre Amazonas, situándolas en la costa del mar Negro.
En las primeras representaciones plásticas de las Amazonas, estas aparecen como hoplitas griegos, pero de sexo femenino.
No eran más que una inversión de sexos.
Más tarde se empiezan a representar como arqueras, vestidas como los persas y medos.
Su vestimenta característica era con pantalones (anaxyrídes) y mangas largas que tapaban todo el cuerpo, salvo las manos, cuello y cara.

Para los griegos, los pantalones eran una prenda absolutamente exótica y bárbara.
Ni Alejandro Magno, que adoptó muchos usos de las costumbres persas, se atrevió a ponerse pantalones.
Alejandro, muy criticado por orientalizarse, sabía que usar esta prenda sería algo así como renunciar por completo al helenismo para convertirse completamente en bárbaro.
Las Amazonas también aparecen cubiertas por un gorro al modo persa o frigio.
El uso de estos gorros, de países fríos, no era común en Grecia.
Además, para los griegos, eso de taparse tanto, era cosa de mujeres y las vestimentas medo-escíticas eran vistas como algo afeminado.
Esto viene por la costumbre del nudismo griego.
Estos, a pesar de ser una sociedad vestida, estaban muy acostumbrados a salir desnudos para hacer deporte, en los baños, etc.
Esta práctica era muy mal vista por sus vecinos persas e incluso más tarde en Roma.
Como vemos la figura del mito de las Amazonas, con sus conexiones con los pueblos de Anatolia y del interior de Persia, representan la antítesis de la concepción del mundo para un antiguo griego.
Un mundo bárbaro y salvaje que no podía vivir en sociedad y que tenía que ser civilizado.
Esto no es solo por la misoginia del pueblo griego, que también, sino un ejemplo más de la concepción del mundo que tenían, en donde costumbres diferentes a las suyas, eran consideradas bárbaras.
Esto se ve en muchos mitos, no solo en el de las Amazonas.
El cíclope Polifemo también simboliza lo bárbaro y es derrotado por la astucia del héroe griego Odiseo.
Las Amazonas representaban la antítesis de la sociedad patriarcal griega.
Estas mujeres no eran simples guerreras, sino que ostentaban poder político.
Su figura influyó quizás en las ideas “feministas” de Platón y de los primeros estoicos.